Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 17 de diciembre de 1870
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Bugallal
Número y páginas del Diario de Sesiones: 319, 9.223, 9.524
Tema: Párrafo del mensaje del presidente de los Estados Unidos, y atropello de un agente consular español en Egipto

El Sr. Ministro de ESTADO (Sagasta): Ha dirigido el Sr. Bugallal dos preguntas al Ministro que tiene la honra de usar de la palabra. La primera se funda en los rumores que han corrido acerca de la gravedad de ciertas palabras pronunciadas por el presidente de la república de los Estados Unidos en su mensaje al congreso: yo debo empezar declarando que el párrafo de ese mensaje que a España se refiere, y particularmente en lo que tiene relación con el estado de la isla de Cuba, no encierra gravedad alguna, ni grande ni pequeña. [9.223]

No hace el Presidente de los Estados-Unidos más que referir simplemente las negociaciones que tiene entabladas con el Gobierno de España respecto de ciertas relaciones hechas por los agravios inferidos a consecuencia de la guerra a algunos súbditos americanos. El Gobierno español, que no ha llegado la reparación que a estos agravios corresponde, pero que ha procurado naturalmente, evitar los abusos que dentro de esas reclamaciones pudiera haber, ha respondido con lealtad durante las negociaciones entablados por ambos Gobiernos con ese motivo; y en una conferencia celebrada con el representante de aquel país, han venido ambos representantes, el uno en nombre de España, y el otro en el de los Estados únicos, a ponerse de acuerdo sobre el particular.

Dice el presidente de la república que el Gobierno americano ha hecho reclamaciones al Gobierno español sobre los perjuicios sufridos por los súbditos de aquel país, y que espera que serán debidamente subsanados; aludiendo al propio tiempo que si así lo hace el Gobierno español, tendrá el gusto de ponerlo en conocimiento del Congreso.

Estas son las palabras, ni más ni menos, que contiene el párrafo del mensaje del Presidente de los Estados Unidos. El Gobierno español, pues, no tiene motivo alguno de queja ni de resentimiento respecto del Gobierno americano, del que ha recibido constantemente muestras de afecto y de cordial amistad, a las que responde el Gobierno español con igual cordialidad, como lo hace siempre con todos los gobiernos que se conducen con él de la misma manera. No hay pues, gravedad, ni pequeña ni grande, en el párrafo de ese mensaje, ni el más leve peligro en la alteración de las relaciones cordiales y amistosas que existen entre España y los Estado Unidos.

Respecto a la segunda pregunta, voy a contestar en muy breves palabras al Sr. Bugallal. Es verdad que Sr. José Dumani, que tenía el carácter de agente consular español el Egipto, a consecuencia de una acción promovida por un súbdito de aquella nación, que no reconoció la sentencia del tribunal consular, que era el competente en el caso, que atropellado en su persona, casa y bienes. Con motivo de ese atropello se han entablado reclamaciones por parte del Gobierno español; y el Gobierno egipcio, por razones que no creo conveniente manifestar en este momento, pareció eludir en un principio la cuestión; pero a consecuencia de las reiteradas reclamaciones de nuestra parte, llegó al fin a concretarse la cuestión y a determinarse el punto de diferencia que debía ventilarse entre uno y otro Gobierno, consiguiéndose también que el Gobierno egipcio se haya mostrado dispuesto a conceder algo que no llenaba las aspiraciones del español, que quería y quiere ante todo dejar a salvo la inmunidad y la independencia del tribunal consular.

En tal estado, y planteada la cuestión, el Gobierno egipcio propuso una especie de término medio, con objeto de satisfacer las reclamaciones del Gobierno español: propuso que la contienda, en la parte que se refiera a las reparaciones exigidas por el Gobierno español, se dirimiese por medio de un arbitraje, y en la parte relativa a la indemnización de los perjuicios sufridos por el agente consular, se decidiese por los tribunales de Constantinopla.

El Gobierno español, que ha creído que con esos medios no quedaba bastante garantizada la independencia del tribunal consular, se ha negado rotundamente a esa proposición. El Gobierno egipcio no ha contestado hasta ahora a las últimas reclamaciones que le ha hecho el Gobierno español; y como éste cree que si no ha recibido contestación tan pronto como de desear en asuntos de esta naturaleza, es porque aquel país, como todos los de Europa, están preocupados con la complicaciones que hoy hay pendientes, no ha pedido hasta ahora contestación definitiva.

Pero el Sr. Bullagal debe estar seguro de que el Gobierno español si no obtiene la reparación justa que es de esperar, sabrá cumplir con su deber con la dignidad y energía que la razón y la justicia de le dan derecho.

Esto es lo que pudo decir al Sr. Bugallal, al cual no tendré inconveniente en poner de manifiesto los documentos que han mediado sobre este asunto, que no me atrevo a traer a las Cortes, porque tratándose de una negociación pendiente no es prudente hacerlo. El Sr. Bugallal podrá reconocerlos como quiera, y verá que no ha habido morosidad por parte del Gobierno español, y que se han guardado con él todas la consideraciones que unos Gobiernos se deben a otros, principalmente en las circunstancias críticas por que hemos atravesado, consistiendo el no haber resuelto este asunto con la premura que el mismo Gobierno español deseaba, en el estado de preocupación en que hoy se halla la Europa entera, debido a las cuestiones que se agitan.



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